Los días de Don Nilson

Hace poco me visitó un viejo amigo que conozco desde la infancia. Llevaba un buen tiempo que no lo veía porque vivimos en países diferentes. Hablamos de varias cosas y recordamos muchas historias de barrio que vivimos o escuchamos. Las historias empezaron con frases como “¿te acuerdas de don Nilson?” y luego se expandieron por múltiples lugares, recuerdos y pensamientos…

Todos los de nuestro viejo grupo de amigos recordamos a Don Nilson con cariño porque fue un vecino muy cordial de la cuadra donde vivíamos. Don Nilson jugaba alegremente con nosotros, ¡incluyendo videojuegos!, y era muy tranquilo. De hecho lo que más nos gustaba recordar de él era su tranquilidad, su voz amable y la paz que nos transmitía.

“¿Te acuerdas de Don Nilson?”, me preguntó mi amigo con el tono de quien quiere contar algo. Al principio no me acordaba pero poco a poco resurgieron las imágenes de ese tiempo y recordé su sonrisa amigable. Mi amigo que vivió más tiempo que yo en ese barrio conoce cómo se desarrollaron las historias de vida que yo dejé a medias cuando me fui de ahí. Me contó que Don Nilson en realidad tenía dos familias. Una familia era la que nosotros conocíamos cuando yo vivía en el barrio: Don Nilson, su esposa y su hija de más o menos diez años. La otra familia era la de su ex esposa, también con una hija de más o menos doce años. Mis amigos se dieron cuenta de la segunda familia porque por alguna razón la hija mayor se fue a vivir a la casa de Don Nilson.

Para sorpresa positiva de todos, la llegada de la otra hija no pareció cambiar las rutinas de nuestro amable vecino, simplemente había una niña más para jugar. Don Nilson siguió trabajando en su tienda durante la noche (cuando la tienda se transformaba en bar) y su esposa siguió trabajando en la tienda durante el día. Yo también recuerdo a nuestras madres hablando de lo buen padre y lo buen esposo que Don Nilson era. Después de asumir el riesgo y el agotamiento de trabajar durante la noche, le quedaba energía para cuidar de sus hijas durante el día e incluso jugar con gusto con los niños de la cuadra. Don Nilson era un ángel.

Fue difícil creer a mi amigo cuando me contó que nuestro vecino favorito terminó en la cárcel. Dicen que todo fue por causa de los celos que la niña mayor sentía hacia la menor. Su padre brindaba normalmente a ambas el mismo tipo de amor, sin mostrar favoritismos, pero en algún momento el equilibrio se rompió. La mayor contó entonces llorando a su mamá que su papá amaba más a la menor. Tenía que amarla más porque había prometido un día para cada una y sin embargo repetía cada vez más a menudo sólo con la más pequeña. Cuando su hermanita recibía el amor de papá días consecutivos, ella se quedaba llorando al lado de la cama, observando, esperando que él la tocara como era justo…

 

El Matallana

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