“Hay varias formas de pobreza pero la peor de todas es la pobreza de espíritu”
Esa es una de las tantas frases que me decía María (mi madre). Cuando yo era adolescente pensaba que esa frase contenía más resignación que otra cosa, y la entendía como “ya que somos pobres materialmente, al menos seamos ricos en las otras formas que podemos”. Actualmente pienso muchas cosas al respecto, incluyendo que hay varias posibles interpretaciones de la frase que concuerdan con diversas historias de vida. Desde la reflexión de su humilde experiencia, María expresaba con esa frase ideas que no estaban muy lejos de algunas teorías de medición del bienestar o de la situación del mundo que conozco. Hoy sé que una buena vida vale mucho y no es tan cara. Me alegro de haber escuchado esa frase a tiempo y de enriquecer mi espíritu.
El Matallana