Sin casa

20.10.22

Después de estirar el hilo del amor
más allá de ese punto
donde la última gota se transforma en avalancha
Estoy finalmente al borde de la vida
sin compañera, sin casa, sin hogar,
sin familia,
sin ideología
y sin alma,
mirando más cerca que al horizonte,
tratando de reescribir mis propias viejas historias.

El Matallana

No house

20.10.22

After stretching the thread of love
beyond that point
where the last drop turns into avalanche
I am finally at the edge of life
with no partner, no house, no home,
no family,
no ideology
and no soul,
looking closer than at the horizon,
trying to re-write my own old narratives.

El Matallana

Nostalgias

02.08.2019

Nostalgia por lo no hecho y por lo no vivido
por aquella que un día quiso ser mi esposa y luego quiso ser mi enemiga

Nostalgia por el amiguito al que no le pudieron pagar más la escuela
aunque la escuela era barata, para los pobres

Nostalgia por aquel país de infancia y por aquel patriotismo infantil
cuando de verdad creía en una bandera porque me dejaban cantar a todo pulmón

Nostalgia por tantas vidas que sólo conocen la muerte y por tanta muerte hecha vida, para que algunos sigan escupiéndonos desde la cima

Nostalgia por la idea de felicidad que tenía cuando era infeliz, porque ahora que soy feliz tengo demasiadas opciones y el tiempo bien medido

Nostalgia por las vidas que definitivamente no pude salvar y por el pasado que no fue mi culpa, por la tristeza de quienes me dieron vida sin entender lo que estaban haciendo

Nostalgia por todas las amistades que se perdieron en el camino, por las hijas e hijos que nunca tuve, por los años que no pude estar al lado de mi hermano…

Nostalgia,
tal vez el único sentimiento verdadero y la única filosofía,
nostalgia por el mundo que ya sabemos que no es posible,
por un amor que no necesite esa palabra, por las palabras nunca dichas y los abrazos no dados que se transformaron en puños o lágrimas,
nostalgia por mi cuerpo que desaparece poco a poco, mi cuerpo que soy yo, nada más, más que nostalgia por eso mismo,
nostalgia por ti que me amas tanto ahora sabiendo que no sabes por cuánto tiempo, porque todos los tiempos de todas las cosas están bien medidos,
nostalgia por tantos lenguajes masacrados, tantas especies destruidas, por este planeta que se desvanece, entre tantas mentiras que se han vuelto verdades,
nostalgia por pensamientos diferentes a la triste idea de un sólo cuerpo, un sólo amor, una sola felicidad, una sola verdad, una sola religión, un sólo género, un sólo poder y una sola familia,
nostalgia porque la idea del otro bien podría ser otra,
nostalgia por las palabras de aquel tiempo,
por un mundo lleno de poesías,
por las florecitas que daba con amor a mi madre y por mi sonrisa de niño…

Nostalgias, querida,
siento nostalgias.

El Matallana

One would be foolish to consider oneself better, or even different…

“One would be foolish to consider oneself better, or even different, merely because one could claim something others could not. The crowdedness of family life and the faithfulness of solitude – both brave decisions, or both decisions of cowardice- make little dent, in the end, on the profound and perplexing loneliness in which every human heart dwells.”

Kinder than solitude (2014), Page 61. Yiyun Li (1972).

Yamulemao : Niño del agua azul

A Edgar Matallana, padre

23.01.2017

Cuando me acuerdo de ti me acuerdo de cuando me cantabas Yamulemao para que me durmiera o me entretuviera en algún largo viaje de Cali a Bogotá. Recuerdo la canción, el asiento del bus, la imagen de la ventana, la noche húmeda y tal vez fría afuera…En caso de que no sepas, Yamulemao es la versión colombiana de Diamoule Mawo, una canción compuesta por Laba Sosseh y cantada por él originalmente en un idioma llamado Wólof (que se habla en Gambia, Senegal y Mauritania). Joe Arroyo cantó esa bella canción como le sonaba en castellano: “Yamulemao”. Todo está borroso pero la melodía y tu compañía en aquel viaje en bus se mantienen nítidas en mi memoria:

Ah Yamulemao, ah Yamulemao

Bilie mama mié

Bilie mama mié eh eh

Bilie mama mié

Bilie mama mi eh

Yamuleé mao se se!

También me acuerdo de cuando me hiciste una caja muy bonita de madera y de cuando me construiste un tanque de suministro de agua para los experimentos ahora inútiles de la Universidad del Valle. A medida que pasa el tiempo te recuerdo más. Desprovistas de los problemas de aquel tiempo, puedo sentir en tus palabras el cariño y la impotencia. Ser madre o padre debe ser un oficio muy difícil. Especialmente cuando eres pobre, cuando las cosas no te salen bien, cuando no sabías lo que hacías o no habías aprendido a elegir. O cuando simplemente eres una persona irresponsable (lo que sea que eso signifique realmente) y a duras penas intentas darle un sentido a tu propia vida o embriagarte para ignorar que no tiene. Ni idea, pero ser padre de alguien no debe ser tarea fácil. Fue como fue, lo hiciste como lo hiciste, lo haces como aún lo haces, como es, como eres y como puedes.

A veces me gusta imaginar cómo hubiera sido todo si no hubiéramos sido tan pobres en esos años (y aún), si la carencia no nos hubiera ayudado a sentirnos tan resentidos y perdidos. La pobreza es una de las peores cosas que pueden ocurrirle a alguien. Aún hoy nos separa de algún modo. Antes que padre e hijo somos sobrevivientes. La ciudad de Cali cayó y nos llevó consigo a su abismo. Pero poco a poco salimos del abismo un poco. Yo me convertí en un viajero y tú llegaste a una edad donde pareces más tranquilo. Tengo muchas preguntas sobre lo que has vivido y has sentido. Por ejemplo: ¿qué tanto compartimos?, ¿qué tanto hay de ti en mí y viceversa? Has vivido casi 80 años ya, más de dos veces lo que yo he vivido. ¿Cómo fueron y son tus amistades y amores? ¿Sabían ellas y ellos de mí? ¿Qué les decías cuando hablabas de mí? ¿Qué lugar ocupaba yo en tu vida? ¿Qué ha significado para ti ser padre?

Tantos años, tantos recuerdos, tantos momentos juntos y sobre todo separados, y aún no tengo claro de qué se trata este oficio de ser tu hijo y tu oficio de ser padre, de qué se trata esta relación. Frente al mar mediterráneo, en una pequeña isla entre África y Europa, siento que nos hace falta mucho por vivir y conversar. Escucho Yamulemao y me dan ganas de llorar. No sé muy bien por qué. Cali está muy lejos. La vida inclemente nos ha pasado sin preguntarnos lo que estábamos haciendo y tal vez lo que estábamos perdiendo. Corrimos buscando salvarnos y terminamos siendo otros. Yo ya no soy un adolescente, ni siquiera ya un joven enojado. Aprendí a ser feliz, a amar, a proteger, a engañar y decepcionar. Conocí lugares y lenguas, ojos de todos los colores me miraron con cariño, algunos con amor incluso, cualquiera que sea la diferencia. Todo parece ya muy lejano. El mar se convierte en espuma blanca y se rinde en la bahía. “Ah Yamulemao, ah Yamulemao”. Los turistas desconcertados por mis lágrimas tratan de capturar el mar con sus cámaras. El mar es demasiado inmenso.

El Matallana

Los días de Don Nilson

Hace poco me visitó un viejo amigo que conozco desde la infancia. Llevaba un buen tiempo que no lo veía porque vivimos en países diferentes. Hablamos de varias cosas y recordamos muchas historias de barrio que vivimos o escuchamos. Las historias empezaron con frases como “¿te acuerdas de don Nilson?” y luego se expandieron por múltiples lugares, recuerdos y pensamientos…

Todos los de nuestro viejo grupo de amigos recordamos a Don Nilson con cariño porque fue un vecino muy cordial de la cuadra donde vivíamos. Don Nilson jugaba alegremente con nosotros, ¡incluyendo videojuegos!, y era muy tranquilo. De hecho lo que más nos gustaba recordar de él era su tranquilidad, su voz amable y la paz que nos transmitía.

“¿Te acuerdas de Don Nilson?”, me preguntó mi amigo con el tono de quien quiere contar algo. Al principio no me acordaba pero poco a poco resurgieron las imágenes de ese tiempo y recordé su sonrisa amigable. Mi amigo que vivió más tiempo que yo en ese barrio conoce cómo se desarrollaron las historias de vida que yo dejé a medias cuando me fui de ahí. Me contó que Don Nilson en realidad tenía dos familias. Una familia era la que nosotros conocíamos cuando yo vivía en el barrio: Don Nilson, su esposa y su hija de más o menos diez años. La otra familia era la de su ex esposa, también con una hija de más o menos doce años. Mis amigos se dieron cuenta de la segunda familia porque por alguna razón la hija mayor se fue a vivir a la casa de Don Nilson.

Para sorpresa positiva de todos, la llegada de la otra hija no pareció cambiar las rutinas de nuestro amable vecino, simplemente había una niña más para jugar. Don Nilson siguió trabajando en su tienda durante la noche (cuando la tienda se transformaba en bar) y su esposa siguió trabajando en la tienda durante el día. Yo también recuerdo a nuestras madres hablando de lo buen padre y lo buen esposo que Don Nilson era. Después de asumir el riesgo y el agotamiento de trabajar durante la noche, le quedaba energía para cuidar de sus hijas durante el día e incluso jugar con gusto con los niños de la cuadra. Don Nilson era un ángel.

Fue difícil creer a mi amigo cuando me contó que nuestro vecino favorito terminó en la cárcel. Dicen que todo fue por causa de los celos que la niña mayor sentía hacia la menor. Su padre brindaba normalmente a ambas el mismo tipo de amor, sin mostrar favoritismos, pero en algún momento el equilibrio se rompió. La mayor contó entonces llorando a su mamá que su papá amaba más a la menor. Tenía que amarla más porque había prometido un día para cada una y sin embargo repetía cada vez más a menudo sólo con la más pequeña. Cuando su hermanita recibía el amor de papá días consecutivos, ella se quedaba llorando al lado de la cama, observando, esperando que él la tocara como era justo…

 

El Matallana

El Futuro necesita procedencia

04.03.2015

Der Spiegel: … ¿Por qué el futuro necesita la procedencia?

Marquard: Porque la vida de las personas es demasiado corta. Simplemente no tenemos tiempo para reacomodar todas o siquiera la mayoría de cosas de nuestra vida. Nuestra muerte viene más rápido que la mayoría de nuestros cambios. De ahí que nuestra libertad para lo nuevo está limitada, lo que nos lleva a que vivamos predominantemente en retrospectiva –Sólo nos queda la oportunidad de comprender la piel de nuestra procedencia de manera novedosa para poder liberarnos de ella intelectualmente, así no podamos abandonarla.

Der Spiegel: Pero de la corta duración de la vida se podría concluir otra cosa: La vida es tan corta que no tenemos tiempo para el pasado.

Marquard: Pero el pasado que nos ha marcado sigue ahí – familia, idioma, instituciones, religión, estado, la fiesta, el nacimiento, la expectativa de vida – , no podemos escapar de él. Ahí donde nosotros empezamos no es nunca el comienzo. Antes de cada persona ya hubo otras personas que tuvieron sus costumbres – tradiciones – en las cuales cada persona nace y con las cuales cada persona se relaciona, ya sea para aceptarlas o rechazarlas. Lo nuevo que nosotros buscamos necesita lo viejo, sino ni siquiera podríamos reconocer lo nuevo como tal. Sin lo viejo no podemos soportar lo nuevo, especialmente ahora que vivimos en un mundo de cambio acelerado.

Der Spiegel: Algunas personas cambian, siguen el cambio, cada día.

Marquard: Porque esas personas están montadas en el mito de la modernidad, que parece exigir el cambio veloz de todos – siguiendo el modelo del desarrollo técnico. Pero ahí hay una dificultad: la creciente velocidad del envejecimiento. Entre más rápido lo nuevo se vuelva viejo, más rápido envejece también el envejecer mismo, y así de rápido puede lo viejo volverse nuevo de nuevo. El cambio veloz logra un déficit de confianza…”

http://www.spiegel.de/spiegel/print/d-26448590.html